Drogas y el afán prohibidor

Un ensayo sobre las drogas, las prohibiciones y los delirios colectivos

Una idea de Jordi Cebrián

Vietnam, LSD y la Era de Acuario

Desde los años cuarenta hasta principios de los sesenta, el consumo de drogas en EE.UU. parecía haberse estabilizado. Influyó en ello de manera importante el auge de ciertas drogas legales: anfetaminas, sedantes y barbitúricos. Solas, o acompañadas de alcohol, cubrían las necesidades de psicoactividad de una mayoría de usuarios. Durante la década de los cincuenta, la única preocupación la constituía la heroína, pero su uso estaba muy circunscrito a capas marginales de la población. Este hecho favoreció que se establecieran fuertes leyes penales (como la que permitía condenar a muerte a quien vendiera heroína a un menor) sin apenas contestación, mientras se asociaba el uso de drogas a marginalidad y vicio, y su tráfico a conspiraciones comunistas .

Y así llegamos a los años sesenta, otro hito importante en nuestra historia. De nuevo es en EE.UU. donde tienen lugar ciertas transformaciones sociales que incidirán profundamente en nuestro estado de cosas actual. El movimiento juvenil conocido como ‘hippismo’, pacifista y antisistema, musical y utópico, asume como elemento identificativo y unificador el consumo de sustancias visionarias, principalmente la marihuana y el LSD. Por primera vez se hace una reivindicación lúdica y abierta del consumo de drogas como método de ampliar el conocimiento y como herramienta para conseguir una sociedad mejor. La imagen de jóvenes melenudos pasándose un cigarrillo de marihuana mientras corean esloganes del tipo de ‘haz el amor y no la guerra’, en un momento en que EE.UU. combate en Vietnam, aparece como peligrosa para la sociedad bienpensante. Parece claro que el peligro ahora no es que la marihuana vuelva a la juventud asesina sino que les quite las ganas de matar por su país. En cualquier caso, y ése es el denominador común, corrompe a la juventud. La extensión masiva del uso de este tipo de drogas entre los jóvenes de clase media llevan a modificar el cliché de ‘viciosos’ que antes se atribuía a los consumidores. Ahora la Droga es vista como una epidemia que se ceba en los jóvenes de la nación, enfermándolos y volviéndolos melenudos y ácratas. Pese a todo, millones de personas consumen marihuana y prueban los alucinógenos sin mayores problemas. Es entonces cuando las cifras de consumo alcanzan las mayores cotas en la historia norteamericana: un 40% de las personas entre 18 y 21 años habían probado la marihuana y el número de arrestos por posesión de dicha sustancia pasa de 18.000 en 1965 a 188.000 en 1970 (casi 800.000 en 1996). Mientras tanto, los usuarios marginales de heroína empiezan a presentar politoxicomanías a raíz del endurecimiento de las restricciones respecto anfetaminas y barbitúricos, sustancias sobre las que empieza a constituirse un próspero mercado negro.

Finalizada la guerra de Vietnam, (durante la cual, como ya he comentado, un 40% de los soldados se convertirán en consumidores de heroína, aunque al volver a su país sólo un 8% de estos usuarios mantenga el consumo ) las drogas que habían fomentado el pacifismo antipatriota pueden volver a ser acusadas de fomentar la violencia. En una campaña propagandística a escala nacional, similar a la que promoviera Anslinger a mediados de los años 30, pasan a atribuirse al consumo del LSD toda serie de crímenes y suicidios. Pero serán de nuevo los aspectos morales los que recrudezcan la cuestión. El informe pedido por Nixon en 1972 a la National Commission on Marijuana and Drug Abuse, a fin de poder justificar mayores medidas represivas estalla en la cara de quienes pretenden usarlo: sus primeras recomendaciones fueron despenalizar la posesión de marihuana para uso personal, así como la distribución de pequeñas cantidades, debido, entre otras cosas, al hecho de que existían unos 25.000.000 de usuarios en EE.UU. Por ello Nixon se negará a recibir oficialmente el informe de manos del presidente de la comisión y declarará que, mientras él sea presidente, todas las drogas seguirán siendo completamente ilegales, así como su consumo .