Un enfoque alternativo: la priorización de recursos o política de tolerancia

Estas aproximaciones al problema propugnan, sin modificar necesariamente la legislación prohibicionista, aplicar políticas de ‘manga ancha’ respecto a aquellas infracciones más inofensivas.

Quienes defienden políticas de tolerancia pero creen que la prohibición como tal debe mantenerse lo hacen por diversas razones. Por una parte están quienes opinan que, en el contexto de internacionalización del problema y en la realidad social y cultural en la que estamos, las políticas legalizadoras no son políticamente posibles. Desde este punto de vista, incluso aun cuando el objetivo final hubiera de ser una legalización completa, debería pasarse por una etapa previa de tolerancia sin apenas cambios legislativos. Por otra parte tenemos a quienes, aun cuando quisieran ver eliminadas de la faz de la tierra todas las sustancias psicoactivas, entienden la vertiente económica y práctica del sistema prohibicionista y escogen dedicar los esfuerzos represores a aquello que dentro de lo malo, sea lo peor.

Por supuesto, tras esta concepción estratégica existen diversas implementaciones tácticas, que pasan por decidir hasta dónde debe llegar la tolerancia, a qué sustancias debe afectar, qué prioridades represivas hay que aplicar y, por último, la evolución futura deseada del sistema, con la definición de los programas políticos, sanitarios y educativos necesarios para hacerla posible. Es especialmente modélica la priorización, en cinco puntos, que Stephen Wisotsky, profesor de Leyes en la Nova University, presentó ante la comisión de Narcóticos del Congreso norteamericano . Esta iniciativa propone preocuparse poco de tomar medidas respecto al uso adulto ocasional y poco problemático, en privado, de drogas blandas, y dar alta prioridad a los recursos destinados a proteger al menor, a evitar el consumo de drogas duras y, en general, a abordar aquellas situaciones generadoras de problemas evidentes.