Drogas y el afán prohibidor

Un ensayo sobre las drogas, las prohibiciones y los delirios colectivos

Una idea de Jordi Cebrián

Las falsas promesas del prohibicionismo y la resistencia al cambio

Lo que nos promete la prohibición, es innegable, resulta tentador. Nos promete crear una sociedad más sana, donde los hombres no roben ni maten por haber caído víctimas de la grave enfermedad de la drogadicción. Nos afirma que así nosotros y nuestros hijos estaremos más a salvo de los desaprensivos traficantes y, por qué no, de nuestra propia curiosidad. Nos habla de una sociedad sin drogas, donde la gente es sana y feliz sin necesidad de recurrir a ayudas artificiales y peligrosas. Con la prohibición, han de acabarse las tragedias producidas por las drogas, la desestructuración de nuestras familias, la marginalidad en la que viven muchos de nuestros jóvenes, la delincuencia y la prostitución, etc. Es difícil ver que una política que dice defender nuestra salud y bienestar pueda suponernos, en vez de ventajas evidentes, problemas y perjuicios graves, e inexistentes sin ella. Por otra parte, con la resistencia lógica al cambio que todas las sociedades tienen, cuesta imaginar qué pasaría ante una eventual legalización de las drogas. Se intuyen los peligros pero apenas se perciben las ventajas. Además, quienes defienden la prohibición insisten en que las políticas despenalizadoras conducirían a un consumo generalizado y desenfrenado de sustancias y, en consecuencia, un caos social. Es normal, pues, que para una gran parte de la población estas perspectivas den miedo. Sólo es en lugares donde la lucha contra la Droga ha llegado a extremos de paranoia, como la sociedad americana, donde es la propia prohibición la que empieza a atemorizar, de modo que cada vez más ciudadanos empiezan a darse cuenta que es necesario un cambio de rumbo que reduzca las muertes por tiroteos, las sobredosis, las adulteraciones, el desprecio por los derechos civiles, las condenas de cárcel, los crímenes relacionados con el tráfico y consumo y el ingente coste económico y social que suponen las políticas de ‘tolerancia cero’. Es imprescindible la información sobre las consecuencias trágicas y colaterales de la prohibición para que desaparezca el miedo que hace ahora imposible plantear alternativas a un sistema que es de hecho el causante de una gran parte de las lacras que dice combatir.