Drogas y el afán prohibidor

Un ensayo sobre las drogas, las prohibiciones y los delirios colectivos

Una idea de Jordi Cebrián

El problema de 'la Droga': La percepción del problema

“Los hombres se atormentan por la opinión que tienen de las cosas, no por las cosas mismas”
Epicteto, Enquiridión

1.1 La percepción del problema

Preguntemos a quien queramos si la proposición “la Droga es un problema” es verdadera. Si el interpelado no ha estado viviendo en una caverna desde que tuvo uso de razón, nos contestará afirmativamente con toda probabilidad. Raro será encontrarnos con alguien que nos matice la pregunta para ajustarla a términos más precisos. En nuestros días, la frase en cuestión contiene en sí misma la respuesta y está repleta de connotaciones. Hablemos, pues, del problema de ‘la Droga’, de nuestro problema con las drogas. Su prohibición ha ido generando una serie de distorsiones en nuestras percepciones y en nuestro lenguaje, ha creado un ‘mundo imaginario’ al respecto, tan alejado de la realidad, que puede hacernos olvidar fácilmente el principio de todo. Como en aquellas guerras entre clanes que se prolongan durante generaciones sin que quienes las continúan conozcan ya cómo empezó el asunto y a qué se deben las disputas, también nosotros corremos el riesgo de luchar contra algo que se nos antoja horrible sin saber, consciente y racionalmente, por qué nos lo parece. El peligro que reside en esta amnesia lo describió George Santayana: “El fanatismo se distingue por redoblar sus esfuerzos cuando olvida el objetivo” . Y prueba de que este olvido no es sólo un riesgo sino que pertenece ya a nuestra realidad inmediata, es que, en el fondo, muchos piensan que el problema es, sin más, ‘la Droga’. Así, el problema empeora en nuestros días “porque nuestro concepto de la naturaleza del problema es erróneo, porque nuestros métodos de respuesta son coactivos y porque el lenguaje con que lo tratamos es engañoso.” Creo imprescindible, pues, una nueva reflexión, libre de prejuicios, que nos permita definir de manera clara cuál es la problemática que nos preocupa y atemoriza y que, por consiguiente, pretendemos solucionar. Intentaré, por tanto, describir primero cuáles son, a mi entender, las percepciones que hoy en día se tienen de la Droga como problema social. A partir de estas visiones, procuraré después aclarar y desmitificar algunos conceptos exagerados o erróneos, para finalmente valorar cuáles son, de un modo objetivo, los problemas reales y sus causas, las cuales están en muchos casos directamente relacionadas con la prohibición. Empecemos.

El ‘problema de la Droga’ evoca en muchas personas imágenes de jóvenes ojerosos inyectándose heroína en lavabos sucios; de familias destrozadas; delincuencia callejera; seres incomprensibles vagando por las calles con la mirada perdida o reflejando en sus caras la angustia del "mono”; cadáveres con las jeringas aun colgando de sus brazos. Otros tal vez nos hablaran de mafiosos matándose entre sí, o de escuelas donde los niños caen víctimas de inductores sin escrúpulos que quieren ‘engancharlos a la Droga’ para hacerse ricos o, simplemente, para pagarse las dosis que necesitan porque, a su vez, también están colgados. Habrá personas que sientan el miedo de ser víctimas de lo que dicen es ‘la gran plaga de nuestro tiempo’, o será por sus hijos por quien temerán, viniéndoles a la mente esa juventud sin valores que nos muestran los medios de comunicación, con las esperanzas perdidas por el paro y el desencanto de la política, esperando el fin de semana para lanzarse de forma autodestructiva a una orgía de pastillas y música máquina.

Que todas estas imágenes e ideas se fundamenten en datos objetivos o en propaganda interesada, en la racionalidad o en el miedo, no ha de importarnos ahora. Ni tampoco si son ciertas o falsas. Lo importante es constatar que son éstas las percepciones que por lo común se tienen del asunto. De hecho, muchas de estas sensaciones no se corresponden con la realidad o, lo que a menudo es peor, sólo se corresponden parcialmente y se mezclan con mitos y terrores sin fundamento. Pero no vivimos los problemas como son, si no como los percibimos; y si esta percepción es incorrecta, así lo serán las respuestas que les demos. Como explica Emilio Lamo de Espinosa, “cuando los hombres definen las situaciones como reales, éstas son reales en sus consecuencias, aunque la definición sea disparatada. […] Es necesario analizar también la sociedad que genera el estereotipo de ‘droga’, que rotula con ese estereotipo a unos sujetos sí y a otros no, que crea así una percepción de amenaza y que, por último, trata de lidiar con ella definiéndola bien como un problema moral, bien como una cuestión legal o como una enfermedad. Pues la ‘droga’ -siempre entre comillas- es un miedo colectivo que tiene efectos, en parte reales y en parte, en una gran parte, imaginarios." Por eso intentaré sistematizar estos temores sin preocuparme de momento de qué base real tienen. No pretendo en este punto mostrar cuál es la frontera que separa la realidad de la ficción. Por ello, hablaré en adelante de la Droga cuando quiera referirme a esa entidad mitológica, tan inexistente en la práctica como real en nuestro imaginario colectivo. Tiempo habrá posteriormente de aclarar la ficción y el peligro que entraña usar ese término y, aun más, creer en su existencia.

¿En qué consiste el problema? Si intentamos clasificar lo que nuestros imaginarios encuestados nos cuentan, veremos que las percepciones al respecto pueden dividirse, cuando menos, en tres categorías: problema sanitario, problema de orden público y problema ético/moral. Cada uno de estos aspectos, aunque diferenciables, se solapan y superponen unos con otros en las percepciones que del asunto se tienen. En el chiste de la guillotina al que me he referido en la introducción (o sea, que quien se la haya saltado hará mejor en leerla o no entenderá nada), se concentran todas estas visiones. La guillotina, que experimentos con monarcas han demostrado peligrosa para la salud, simboliza el aspecto sanitario. El inductor, villano patibulario con tatuajes en los brazos, que es quien sostiene las cuerdas de las cuchillas, es el delincuente más temido, el traficante de drogas, el asesino de nuestros jóvenes, la viva imagen, por tanto, de un problema de orden público. Y ese pobre chiquillo a punto de ser decapitado, no es sólo un mocoso cualquiera, sino la juventud americana en pleno, nuestra juventud, el futuro de nuestra sociedad, las bases sobre las que descansa todo nuestro sistema, el aspecto político y social de la cuestión.

2 Comments:

Blogger Çâiröl said...

perfecto!

8:39 PM  
Anonymous rehabilitacion de drogas said...

La problema es que el concepto de drogas esta tratado diferente por los estados. Existe alta tolerancia para el alcohol y el tabaco y una fuerde "guerra" con las otras. Es mejor intentar a mostrar las consecuencias a los drogadictos y no luchar contra algo que no existe.

12:23 AM  

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