Drogas y el afán prohibidor

Un ensayo sobre las drogas, las prohibiciones y los delirios colectivos

Una idea de Jordi Cebrián

Argumentos contra la legalización: Serían accesible a los niños

Legalizar las drogas significaría que serían más accesibles a los niños y los jóvenes. No queremos una sociedad donde las drogas estén al alcance de nuestros hijos.

Todos los padres queremos mantener a nuestros hijos alejados de los peligros de la sociedad. El problema es que, pese a nuestras mejores intenciones, la alternativa no está entre elegir si tendrán o no contacto con drogas. Lo tendrán. Todas las encuestas nos muestran que es en los sectores más jóvenes donde mayor es la facilidad para encontrar drogas en un entorno de prohibición. En este sentido, lo que debemos elegir es la situación social que favorezca un conocimiento racional de las mismas y que haga disminuir, en caso de usarlas, los riesgos asociados. Por supuesto, el tipo de restricciones respecto a puntos de venta, edades y horarios que se aplican al tabaco o al alcohol podrían y deberían aplicarse en lo que respecta a otras drogas tal como sucede en Holanda en lo referente al cannabis.

Pero debemos ser realistas. La legalización no hará probablemente disminuir el número de niños que usan drogas. En nuestra actual situación de prohibición, el acceso a las mismas es ya fácil e incontrolable. En este sentido, todos los estudios muestran que el hecho de levantar la prohibición de una sustancia modifica muy levemente los patrones generales de consumo. A lo que podemos y debemos aspirar es a asumir como sociedad el control de dichas sustancias, para reducir sus riesgos asociados. El hecho de que un menor consuma drogas, se harte de alcohol a los trece años, o dedique ocho horas diarias a ver televisión, ante la indiferencia o impotencia de sus padres, es síntoma de otros problemas sociales más de fondo.

En definitiva, el problema del uso de drogas entre menores, está íntimamente ligado con el sistema de prohibición vigente. Citando a Escohotado: “Hacia 1910, los usuarios norteamericanos de opiáceos naturales eran personas de segunda y tercera edad, casi todas bien integradas a nivel familiar y profesional, ajenas a incidencias delictivas; hacia 1980 son en buena parte adolescentes, que incumplen todas las expectativas familiares y profesionales, cuyo hábito justifica un porcentaje muy alto de los delitos cometidos al año. ¿Han cambiado los opiáceos, o más bien han cambiado los sistemas de acceso a esas sustancias?”