Drogas y el afán prohibidor

Un ensayo sobre las drogas, las prohibiciones y los delirios colectivos

Una idea de Jordi Cebrián

Ante todo: decidir qué debe preocuparnos

Un paso previo a cualquier enfoque diferente del actual debe ser, inevitablemente, un replanteamiento del problema que decimos tener con las drogas. La sociedad debería ser capaz de objetivar cuáles son aquellos elementos que deben realmente preocuparnos y cuáles son aquéllos que, sin presentar riesgos considerables, se han ido metiendo por inercia histórica y cultural en el mismo saco que los otros. Así, por ejemplo, debe llegarse a la conclusión inevitable que el cannabis y sus derivados no presentan un problema social más que cuando lo definimos como tal estigmatizando y encarcelando a sus usuarios y a quienes les proveen. Este reenfoque del problema con las drogas debe tener en cuenta, muy claramente, qué males son debidos a las drogas y cuáles al entorno social y cultural que la prohibición ha creado.

Debemos darnos cuenta de que la visión deformada que nuestra sociedad tiene del problema de las drogas se debe, en gran parte, a haber generalizado la problemática causada por el consumo de opiáceos al resto de las sustancias psicotrópicas. Nuestras ideas sobre la adicción, el síndrome de abstinencia, la degradación física de los usuarios, la pérdida de calidad de vida y de sociabilización de quienes los consumen, la necesidad compulsiva de droga que lleva a delinquir para conseguirla, etc. son una imagen, aunque deformada por la prohibición, generada básicamente por la heroína. Son las personas dependientes de opiáceos quienes generan en nuestros países los principales problemas de salud derivados directa o indirectamente de las drogas. Pero habrá quedado claro, espero, que los problemas de salud de nuestros heroinómanos se llaman, principalmente, SIDA, tuberculosis, hepatitis y adulteración. Problemas que sólo han alcanzado la actual magnitud por la ‘solución’ prohibicionista.

Dice preocuparnos el consumo de droga entre la juventud, pero parece que no queramos darnos cuenta que por ejemplo, de los 1.210.000 de jóvenes consumidores de drogas , sólo 40.000 son usuarios de heroína, es decir, sólo un 3,3% de los jóvenes que consumen drogas. Y apenas un 3 por mil respecto a la población en general es consumidora de heroína. O se ponen los datos en su sitio, tratando como diferente lo diferente, o cualquier alternativa al prohibicionismo parecerá irracional, cuando sólo lo es el actual sistema globalizador de las sustancias.